Relato de la Argentina de fines del siglo XIX, época conocida como “la conquista del desierto”. La criolla Rosario Burgos, sin casa ni familia, emprende una huída desesperada de los indios del sur al fortín en busca de cobijo. Ella, que casi apenas ha dejado de ser niña, tiene la inteligencia de los que son puestos a prueba y el coraje de quien vislumbra un futuro de derrota. Perseguidores y perseguidos alternan los roles; danzan, juegan, eliminan las concesiones, se desafían, se temen y se dan ventajas al compás de la geografía del polvo, la roca, los vientos y sus propias mentes asoladas por las penurias y la sed de triunfo. Amigos y enemigos, hijos de la misma tierra e igual cielo, llegan a desarrollar un conocimiento recíproco que conmueve por lo íntimo e hipnótico. Al final, el nacimiento del erotismo; pecaminoso y subyugante; salvaje y demente como la guerra y el desierto. El despertar de un deseo narrado de manera atrapante y original. Cuestiones universales como las relaciones de poder, lo despiadado de la conquista, y los instintos, en un contexto propio; con la fantasía y la riqueza idiomática necesarias para construir un relato a elogiar. “Y en todo caso, de qué dios hablamos: si el dios cruel y casto de los blancos, o de ese dios de los indios que, como ya no lo podemos conocer, quizás también ahora al invocarlo, nos conquiste para siempre.”
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